BANCOS PÚBLICOS DE DESARROLLO
SISTEMA FINANCIERO SOSTENIBLE
DESARROLLO DE ESTRATEGIAS SÓLIDAS
Texto: Manish Bapna , Frannie Leautier y Rémy Rioux – Project Syndicate
Imágenes: Cortesía Google
Este artículo está escrito por: Manish Bapna, Presidente y Director Ejecutivo del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, por Frannie Leautier, Directora Ejecutiva de SouthBridge Investment y por Rémy Rioux, Jefe Ejecutivo de la Agence Française de Développement.
WASHINGTON, DC – Un futuro con resiliencia climática necesita el apoyo de las finanzas públicas. Pero hasta ahora se ha prestado poca atención al desarrollo de estrategias sólidas y de largo plazo para financiar las medidas climáticas. Una ruta que a menudo se ha pasado por alto son los bancos públicos de desarrollo.
Gran parte de la conversación sobre la financiación de este tipo de medidas se centra en los bancos multilaterales para el desarrollo. Su rol es crucial, pero son los 450 bancos de fomento del desarrollo locales, regionales, nacionales y subnacionales del mundo los que pueden impulsar políticas climáticas ambiciosas en terreno y proveer la mayor parte de su financiación global. En su conjunto, representan $2 billones en inversiones anuales, cerca del 10% de la inversión anual pública y privada del planeta. Más aún, la mayoría de estos fondos se obtienen y asignan al interior de cada país.
Con arraigo en las economías y sociedades en las que operan, estos bancos públicos de desarrollo son un nexo que conecta los gobiernos locales y nacionales con el sector privado. Están bien posicionados para prestar apoyo transformacional a prácticas e infraestructura sostenibles al vincular necesidades de corto plazo con objetivos de mayor plazo. En la práctica, representan la mano visible que puede movilizar y dirigir fondos hacia metas comunes que están más allá del alcance de los mercados por ahora.
El potencial de una financiación concertada de medidas climáticas quedó de relieve en noviembre pasado, cuando todos los bancos públicos de desarrollo del planeta se reunieron en la primera Cumbre sobre las Finanzas en Común, incluido un numeroso conjunto de instituciones nacionales. Allí acordaron modificar sus estrategias, patrones de inversión y operaciones para apoyar los Objetivos Sostenidos del Milenio 2030 de las Naciones Unidas. Fue un compromiso sin precedentes por un objetivo en común.
Los Bancos Públicos de Desarrollo y sus partes interesadas tienen una oportunidad de avanzar en esta agenda en la segunda Cumbre de Finanzas en Común, que se celebrará este mes en Roma en la Cassa Depositi e Prestiti como parte del programa del G20. Para aprovecharla se necesitarán varios pasos.
Primero, los participantes se deben asegurar de que sus mandatos prioricen la acción climática y los ODM en todos los niveles. Muchos bancos dudan a la hora de incorporar medidas climáticas en sus agendas por temor a interferir en mandatos centrados en el desarrollo o el crecimiento económico. Sin embargo, como subrayara el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, la sostenibilidad depende de la adaptación a los efectos del cambio climático y el paso a una economía equitativa y con bajo consumo de carbono.
Segundo, los bancos de desarrollo deben movilizar y hacer posible la inversión para un desarrollo sostenible de otros actores públicos y privados. Hasta hoy, los bancos públicos de desarrollo se han centrado en su mayor parte en la financiación directa de proyectos, pero puedes tener un papel más transformativo si cuentan con incentivos para ayudar a reorientar inversiones de otras fuentes hacia un desarrollo sostenible. La mayoría de los miembros del Club Financiero Internacional para el Desarrollo (una red global de 26 bancos de desarrollo internacionales, regionales y nacionales) son emisores regulares de bonos verdes, sociales y de ODM, en una tendencia que está creciendo. Por ejemplo, el Banco de Desarrollo de África Occidental emitió recientemente su primer bono de sostenibilidad.
En tercer lugar, la colaboración debería apuntar al uso estratégico de los aspectos de los diferentes tipos de organizaciones financieras para el desarrollo. Aunque los bancos de desarrollo pueden implementar recursos concesionales mediante instrumentos financieros personalizados para atraer la inversión del sector privado, estos son escasos y existen principalmente en los niveles internacional y multilateral. Pero sus pares nacionales entienden las realidades en terreno. Si colaboran, pueden aprovechar estas distintas fortalezas para dirigir la inversión a caminos y oportunidades sostenibles.
Se ha demostrado que este tipo de colaboración funciona bien. Algunos bancos públicos africanos, como el Banco de Comercio y Desarrollo, han estado a la vanguardia de la innovación al atraer financiación comercial de bancos locales e internacionales con la ayuda de planes de garantía y seguros ofrecidos por bancos de desarrollo multilaterales. Y una creciente cantidad de bancos de desarrollo han sido acreditados por el Fondo Verde para el Clima para el acceso directo a financiación climática internacional, acelerando así los flujos de inversión locales.
Por último, la segunda cumbre de Finanzas en Común debierá acordar definiciones de lo que constituye un desarrollo sostenible. Los bancos públicos de desarrollo, sus gobiernos y el resto de la comunidad financiera tienen que establecer criterios comunes para la inversión. Desde ese punto, las instituciones deben hacer lo mismo para asegurarse de que la financiación sostenible no sea meramente un lavado de cara para entidades cuyas principales inversiones siguen saqueando el planeta.
Este enfoque concertado podría mejorar radicalmente la eficacia de las inversiones en sostenibilidad. En conjunto, los bancos nacionales públicos de desarrollo y sus socios multilaterales y privados pueden generar un cambio claro y oportuno en los lugares en que más se lo necesita, y aportar a hacer sostenible la “nueva normalidad” de las finanzas.
Por fortuna, contamos hoy con una oportunidad única para destrabar los recursos necesarios para construir una economía pos-COVID inclusiva y sostenible. La reciente emisión, en lo que significó un hito histórico, por parte del Fondo Monetario Internacional de $650 mil millones en derechos de giro especiales (DGE, la unidad de contabilidad del Fondo) ofrece cierto margen de maniobra que no se debe desperdiciar. Parte de ellos debería canalizarse a través de Bancos Públicos de Desarrollo, como el Bando Africano de Desarrollo (que ya es un titular “recomendado” de DGE), para liberar recursos que podrían utilizarse para fomentar una recuperación pos-COVID centrada en medidas climáticas. Esta estrategia podría tener un importante efecto de apalancamiento, en particular si se combina con las reformas arriba propuestas.
La sociedad civil, los bancos públicos de desarrollo y el sector privado deben actuar hoy para movilizar el potencial de todos los bancos públicos de desarrollo y aprovechar las inversiones sin precedentes que los países están haciendo (o harán) para estimular sus economías. Si lo hacen, y se refuerza la colaboración bajo la bandera de fortalecer las finanzas sostenibles en la próxima cumbre de Finanzas en Común, estos bancos públicos de desarrollo podrán brindar medios financieros transformaciones para solucionar las crisis más urgentes que experimenta el planeta.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
Articulistas
Manish Bapna, es Presidente y Director Ejecutivo del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
Frannie Leautier, es Directora Ejecutiva de SouthBridge Investment.
Rémy Rioux, es Jefe Ejecutivo de la Agence Française de Développement.
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