Madrid
Arte e Historia
Texto: Amalia González Manjavacas , EFE
Calles y edificios recuerdan que, aunque Madrid nació en el siglo IX, su elegancia y proyección se desarrollaría a partir de la llegada de la Corte Real, en el siglo XVI. Entre sus calles se encuentran bellos lugares que vivieron el transcurrir de varios siglos de monarquía marcada por el factor común del arte.
La calle Mayor conserva restos de la muralla árabe, los primeros orígenes de Magerit, nombre que recibía la ciudad. Para los arqueólogos este fue un segundo recinto de la muralla de Madrid, una zona defensiva que contaba con 128 torres.
La Plaza de la Villa es el centro histórico del Madrid de los Austrias, (la Casa de los Habsburgo, reinó en España del XVI al XVII ), donde podemos contemplar la Casa de la Villa un edificio construido a finales del XVII, que fue el sede del Ayuntamiento hasta 2007.
La Plaza de la Paja fue el gran mercado de Madrid durante los siglos XIII y el XIV. Entró en decadencia a partir del siglo XV, cuando Juan II de Castilla ordenó construir la Plaza del Arrabal (futura Plaza Mayor).
La Plaza Mayor es una construcción de 129 metros de largo y 94 de ancho, rodeada por soportales y levantada en tres plantas, creación de Juan de Herrera y Juan Gómez de Mora, que tuvo múltiples usos, desde mercado, plaza de toros e incluso centro de autos de la Inquisición.
El edificio que la preside es la casa de la Panadería, el primero en comenzar a construirse en 1590. Inicialmente fue la tahona más importante de Madrid y su fachada está decorada por Carlos Franco en los años 80. La estatua ecuestre de Felipe III se colocó, en su zona central, a mediados del XIX.
Otra joya de la capital es el Palacio Real, que se inspira en el Louvre de París, articulándose en torno a un patio cuadrado y con una Plaza de Armas, que precede a la fachada principal.
Entre las más de 3.000 estancias que posee destacan el Salón del Trono, techo pintado por Tiépolo; el salón de Alabarderos; la bella y poco conocida Capilla Real con frescos de Francisco Bayeu y Anton Raphael Mengs, y sus jardines, obra de arquitecto italiano Francesco Sabatini.
Nadie puede pasar por Madrid sin contemplar la Puerta de Alcalá, una de las cinco antiguas puertas reales que daban acceso a la capital, se ubica junto a las Puertas del Retiro, con su famoso estanque y el coqueto Palacio de Cristal.
A Juan de Villanueva, la otra figura más importante, junto con Ventura Rodríguez, de la arquitectura neoclásica en España, se debe el Jardín Botánico, dentro de un proyecto que era crear una gran zona ajardinada con función científica, en la que también se encontraban el Museo de Ciencias y el Observatorio Astronómico.
De ahí surgió el Museo Nacional del Prado, concebido en principio como Gabinete de Historia Natural en 1785, por orden de Carlos III, su destino final no estaría claro hasta que su nieto, Fernando VII, impulsado por su esposa, la Reina Isabel de Braganza, tomó la decisión de destinar el edificio a la creación de un Real Museo de Pinturas y Esculturas, que pronto tomó su nombre actual y abrió, por primera vez al público, en 1819.
Madrid tiene más de 120 de museos y colecciones museográficas, pero es fundamental el eje de los museos que une El Museo del Prado, con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Thyssen-Bornemisza, a los que se suma el remodelado Museo Arqueológico, detrás de la Biblioteca Nacional de España.
Otros museos menos conocidos, pero también muy relevantes de la capital, son el Museo del Romanticismo, el Museo Lázaro Galdiano o el Museo Sorolla, este último con un jardín inspirado en los de los Reales Alcázares de Sevilla.
También es de gran interés el Museo Cerralbo, una casa-museo exquisita del romanticismo español que ofrece una visión perfecta de cómo era la vida cotidiana de una familia aristocrática en el Madrid decimonónico.
Un palacio situado a escasos metros del bello Templo de Debod, originario del antiguo Egipto y con 2.200 años de antiguedad, uno de los tesoros que esconde Madrid y desde donde se divisa, al igual que desde la Real Plaza de la Armería, los espectaculares atardeceres de la ciudad.
Pero si existe una zona madrileña por antonomasia es, sin duda, la plaza de Cibeles, con su monumental Palacio, sede actual del Ayuntamiento, y su fuente más famosa de Madrid, un encargo de Carlos III a Ventura RodíÌguez, que se construyó entre 1777 y 1782.
Aunque en su origen el conjunto miraba hacia la cercana Fuente de Neptuno, del mismo autor y muy próxima, la Diosa y su carro parecen dirigirse a la Puerta del Sol, en constante tránsito, propio del centro neurálgico que es Madrid y punto de partida y de encuentro, de España.