Por qué
el Banco de Inglaterra
debería apuntar al crecimiento
Texto: Linda Yueh
Project Syndicate
OXFORD – El Banco de Inglaterra aumentó las tasas de interés a 0,75% este mes, en la convicción de que la inflación superará su meta establecida del 2% en unos dos años. Pero aumentar las tasas de interés tiende a enfriar la actividad económica, y no se puede decir que el crecimiento esté arrasando en el Reino Unido. ¿Debería el Banco de Inglaterra considerar un cambio en su mandato para incluir el crecimiento económico?
En Estados Unidos, la Reserva Federal tiene un mandato dual: la estabilidad de precios y el máximo empleo. Por supuesto, la Fed también ha aumentado las tasas de interés este año; pero la economía estadounidense está creciendo por encima del 4% y se espera que el PIB sea un 3% más alto este año.
En cambio, la economía del Reino Unido creció apenas 0,2% en el primer trimestre de este año. Si bien el Banco de Inglaterra espera que el crecimiento se recupere y termine en alrededor del 1,5% este año, describe esta tasa como el “límite de velocidad”. Un crecimiento más rápido alimentaría las presiones inflacionarias.
Con el desempleo del Reino Unido en un 4,2% –un nivel consistente con el pleno empleo, en la opinión del Banco de Inglaterra-, la contratación de trabajadores implicará salarios más elevados. Y, como los aumentos de precios son una función de salarios más un sobreprecio, la inflación subirá.
La decisión del Banco de Inglaterra de aumentar las tasas de interés a pesar del lento crecimiento económico reflejó su temor por la meta de inflación del 2%.
Considerando que la economía británica creció a un promedio del 2,5% entre 1980 y 2007, la proyección del Banco de Inglaterra de un crecimiento potencial del 1,5% representa una disminución significativa. El culpable es el crecimiento bajo de la productividad. Desde 1998 hasta la crisis financiera de 2008, el crecimiento de la productividad anual promedió el 2,25%. El Banco de Inglaterra ahora cree que la tasa estará más cerca del 1-1,25%.
Esta desaceleración de la productividad ha ocurrido en las economías avanzadas, por razones que siguen siendo inciertas –tendencias demográficas adversas, menor demanda de inversión o cualquiera de un conjunto de otras explicaciones posibles-. Pero Gran Bretaña es la más afectada. Y un crecimiento económico más lento conduce a una expectativa de tasas de interés más bajas.
Por primera vez, el Banco de Inglaterra ha producido una estimación de cuál podría ser la tasa de interés de la “nueva normalidad”, en línea con sus pronósticos de crecimiento. En lugar de la tasa promedio del 5% que prevaleció en las décadas anteriores a la crisis financiera, el Banco de Inglaterra ahora espera que las tasas de interés sean del 2-3%, lo que implica una tasa de interés real (ajustada por inflación) de menos del 1%. Esto no está en desacuerdo con las estimaciones de cuál podría ser la tasa de interés para otras economías avanzadas que experimentan una desaceleración de la productividad.
Sin embargo, como el Banco de Inglaterra cree que la economía ya está creciendo en su pleno potencial, ha aumentado ahora las tasas de interés, aunque el crecimiento del PIB sea lento y se calcule que sólo alcanzará el 1,7-1,8% entre hoy y 2021, cuando termina el período de pronóstico. Es por este motivo que la última medida del Banco de Inglaterra parece curiosa. ¿Acaso los efectos de las tasas de interés más altas en el endeudamiento, el gasto y la inversión de los hogares y las empresas no derivará en un crecimiento aún más lento?
Por supuesto, la política monetaria afecta el ciclo comercial, no las perspectivas de largo plazo de la economía, que dependen, entre otras cosas, de la innovación tecnológica y las capacidades de la fuerza laboral. De manera que las acciones del Banco de Inglaterra no cambiarán la tasa de crecimiento potencial de la economía británica. ¿Pero un mandato de crecimiento haría que el Banco de Inglaterra reflexionara un poco más antes de aumentar las tasas cuando el crecimiento es anémico?
Consideremos un escenario en el que el Banco de Inglaterra recibiera el mandato de maximizar el crecimiento económico y cumplir con una meta de inflación del 2%. Si los responsables de las políticas esperaran que la inflación alcanzara el 2%, pero que el crecimiento económico fuera inferior al 2%, en dos años, entonces necesitarían determinar cuánto enfriamiento económico generaría un aumento de la tasa. En otras palabras, se puede cumplir la meta de inflación, pero si el crecimiento es tibio, confrontar un punto medio entre las dos metas podría seguir siendo la posición del Banco de Inglaterra por un tiempo más –de la misma manera que la Fed vigila el empleo, aunque la política monetaria no afecte realmente el crecimiento en el largo plazo.
Lo que torna esto delicado es que es difícil estimar la tasa de crecimiento potencial de una economía, que puede cambiar. Si el crecimiento de la productividad se recuperara, entonces un crecimiento del 2,5% del PIB podría volver a ser el “límite de velocidad”. De manera que un banco central con un mandato de crecimiento puede actuar con un poco más de cautela en caso de que sus acciones enfriaran una actividad que podría aumentar la producción nacional a su nueva tasa potencial.
Otra razón para que el Banco de Inglaterra considerara un mandato que incluya el crecimiento económico es la relación cada vez más débil entre la inflación y el resto de la economía. En otras palabras, a diferencia de lo que sucedía antes, el crecimiento de los precios no está tan relacionado con el desempleo o la producción.
Por ejemplo, la inflación era alta en el período inmediatamente posterior a la crisis de 2008, lo que sugiere que la economía del Reino Unido estaba en auge cuando no lo estaba; el desempleo también era bastante alto entonces. Los precios aumentaban porque la libra era débil, lo que impulsaba el aumento de las importaciones, y los precios globales del petróleo eran elevados.
Durante este período, el Banco de Inglaterra muchas veces incumplió su meta de inflación, alimentando las críticas de que la meta era inútil. La razón para no aumentar las tasas, sin embargo, era evidente: la economía hacía frente a las secuelas de la Gran Recesión. Si el crecimiento económico fuera una parte explícita de su mandato, el Banco de Inglaterra podría explicarse mejor en esas circunstancias –y mantener mejor la credibilidad de su compromiso con la estabilidad de precios.
Apuntar exclusivamente a la estabilidad de precios puede haber funcionado cuando la inflación era una variable más confiable del ciclo comercial. Ahora que no lo es, el Banco de Inglaterra –y quizás otros bancos centrales- deberían considerar un cambio en el mandato para, también, apuntar al crecimiento.
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AUTOR, Linda Yueh es miembro del departamento de Economía en el St Edmund Hall, Universidad de Oxford, y profesora de Economía en la London Business School. Es la autora, más recientemente, de The Great Economists.