Callejón sin salida de la POLÍTICA COMERCIAL

de la administración Trump

Texto: James McCormack

Project Syndicate

LONDRES – Hay muchas razones para creer que la disputa comercial de Estados Unidos con China empeorará antes de mejorar y que el déficit comercial estadounidense se profundizará en lugar de reducirse. De hecho, las condiciones económicas (si se materializan) que permitirían al gobierno del Presidente Donald Trump clamar victoria en la disputa acabarían por socavar la credibilidad de su política económica.

Donald Trump, Xi Jinping

El presidente Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping, se dan la mano durante una declaración conjunta a los miembros de los medios de comunicación del Gran Salón del Pueblo, el jueves 9 de noviembre de 2017 en Beijing, China. Trump está en un viaje de cinco países por Asia, viajando a Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas. (AP Photo/Andrew Harnik)

Ahora que son la parte receptora de los aranceles estadounidenses, las autoridades chinas tienen tres opciones. Primero, podrían capitular y deshacer varias de las “prácticas discriminatorias” identificadas en el informe de marzo de 2018 del Representante de Comercio de EE.UU. sobre transferencias tecnológicas y propiedad intelectual. Hasta el momento no hay señales de que China esté considerando esta opción.

Segundo, China podría intensificar la disputa. Podría fijar sus propios aranceles a valores mayores que los de Estados Unidos, aplicarlos a una gama más amplia (y con un mayor valor en dólares) de exportaciones estadounidenses, o compensar el impacto de los aranceles estadounidenses sobre los exportadores chinos permitiendo la depreciación del renminbi frente al dólar. Como alternativa, las autoridades podrían mirar más allá del intercambio de bienes y considerar los flujos de capitales y negocios relacionados con firmas estadounidenses, lo que les permitiría impedir en la práctica las operaciones en suelo chino de las firmas financieras y no financieras de EE.UU. Como la primera opción, esta parece improbable, al menos en esta etapa de la disputa.

PULSO-USA-VS-CHINAHasta ahora, China ha escogido la tercera opción, que se ubica entre la capitulación y la intensificación. Ha tomado represalias, pero solo proporcionales, igualando los aranceles estadounidenses y el valor en dólares del comercio afectado. Al mismo tiempo, ha intentado reclamar su superioridad moral, desencadenando condenas internacionales sobre el proteccionismo y unilateralismo estadounidenses, lo que no ha sido difícil dado que varias otras economías importantes enfrentan en la actualidad una subida de aranceles de EE.UU. Asegurar esa solidaridad de terceros países es esencial para la posición interna del gobierno chino, que en caso de percibirse a nivel doméstico como víctima del amedrentamiento por parte de Estados Unidos se vería obligado a adoptar una línea mucho más dura en esta disputa comercial.

Por su parte, Estados Unidos en realidad tiene opciones más bien limitadas, a pesar de haber iniciado la disputa. Incluso para una administración que destaca por su imprevisibilidad, parece fuera de la cuestión una cancelación incondicional de los aranceles. Pero también lo es el statu quo, ahora que China ya ha nivelado el terreno al tomar sus represalias. Eso deja solamente la opción de la intensificación, posibilidad que el gobierno de Trump ya ha planteado al amenazar con aranceles adicionales a todas las importaciones chinas.

Trump-con-el-Vice-Primer-Ministro-chino-Liu-He

El presidente Trump con el Vice Primer Ministro chino Liu-He.

No hay duda de que se podría evitar la intensificación a través del diálogo o una reducción significativa en el déficit comercial estadounidense, pero ninguno de estos dos resultados es probable en el corto plazo. Ha habido un ensordecedor silencio entre las partes desde mediados de mayo, en la última visita a Washington del vice Primer Ministro chino Liu He. En la reunión ministerial del G20 en Argentina en julio, EE.UU. anunció que no habría conversaciones bilaterales con los chinos.

Sin conversaciones, una reducción del déficit comercial general de Estados Unidos todavía podría dar espacio político para que el gobierno de Trump redujera la disputa, incluso si el balance comercial entre EE.UU. y China sigue igual. El problema es que las condiciones económicas en Estados Unidos apuntan a un crecimiento del déficit comercial.

Para comenzar, el Índice de Difusión del Gasto de Capitales a Futuro del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia sugiere que seguirá la solidez de la inversión manufacturera estadounidense. Si bien el índice ha ido bajando desde inicios de 2018, sigue cercano a máximos a 30 años. Más aún, desde los años 70 el índice ha estado fuertemente correlacionado con la inversión real en maquinaria y equipos (y es un indicador importante de ella), lo que a su vez está muy correlacionado con las importaciones y la balanza comercial estadounidenses. Así, es probable que el optimismo en el sector manufacturero contribuya a una ampliación del déficit comercial, a medida que las importaciones aumenten para satisfacer las necesidades de inversión.

Banco de la Reserva Federal de Filadelfia

Banco de la Reserva Federal de Filadelfia.

El fortalecimiento del dólar estadounidense tendrá el mismo efecto. Ponderado según el comercio general, el dólar ha vuelto a donde estaba a fines de los 90 y el comienzo de este siglo, cuando el aumento de las importaciones superaba constantemente al de las exportaciones y el déficit comercial estadounidense se duplicó en términos nominales, hasta llegar a los $400 mil millones. Desde el punto de vista solo del tipo de cambio, cuesta ver que el déficit comercial vaya a bajar, especialmente ahora que las crecientes tasas de interés estadounidenses y el cada vez mayor crecimiento económico apuntalan la solidez del dólar.

Un factor final a considerar es la posición fiscal estadounidense, excepcionalmente expansionista, que aporta notablemente al crecimiento económico por sobre el potencial y el optimismo empresarial que lo rodea. Con el respaldo explícito del gobierno para un sólido crecimiento y una recuperación del sector manufacturero, no es de sorprender que las intenciones de inversión sean favorables.

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Estados Unidos parece haber entrado inadvertidamente en un cul-de-sac en cuanto a políticas de comercio. Al promover el estímulo fiscal y hablar de la importancia de la manufactura, el gobierno de Trump está promoviendo el gasto en inversiones, con lo que se profundiza el déficit comercial. Y si se combina el fuerte crecimiento con las crecientes tasas de interés, es probable que el dólar suba, intensificando el viento en contra que enfrentan las exportaciones estadounidenses.

En estas condiciones, mientras más Estados Unidos intente solucionar su “problema” de comercio, más profundo se volverá este. El riesgo ahora es que el gobierno de Trump, frustrado por los resultados de sus propias políticas, redoble la apuesta. Aunque ya ha ido demasiado lejos, bien puede ocurrir que la administración piense que no ha avanzado lo suficiente.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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James McCormackAUTOR, James McCormack es Director Ejecutivo y Jefe Global del Grupo Soberano y Supranacional de Fitch Ratings.