MARIO VARGAS LLOSA
LA CIUDAD QUE LO INSPIRÓ
Texto: esMadrid
Mario Vargas Llosa, flamante premio Nobel de Literatura 2010, reside desde hace un tiempo habitualmente en Madrid. De hecho, Madrid, según nos cuenta el escritor de Arequipa (Perú), es en cierta manera también su ciudad.
Fue en el año 1958 cuando Mario Vargas Llosa vivió por primera vez en España. Había obtenido una beca para asistir a los cursos de doctorado de la Universidad Complutense de Madrid. Entonces se encontró con «una ciudad en la que todavía era posible seguir por las calles las trayectorias de las novelas de Pío Baroja e incluso de Pérez Galdós«, decía en una entrevista con esMADRID.
Después vivió en París, Londres y Barcelona. Más tarde regresó a Madrid y desde el año 1994 es miembro de la Real Academia de la Lengua Española.
Para Vargas Llosa el día comienza muy cerca de la Puerta del Sol, donde está su casa. A primera hora de la mañana da un paseo hasta el Templo de Debod, en el Parque del Oeste, desde donde se divisa una de las perspectivas más amplias de la sierra de Guadarrama. «Para mí, Madrid es el mejor símbolo de la transformación de España«, nos comenta el escritor, que todavía recuerda la ciudad a la que llegó en los años cincuenta. Le gustaría mostrar a los jóvenes los cambios «increíbles, inverosímiles» de este país. Según él, «es la transformación histórica más extraordinaria que me ha tocado vivir«.
Mario Vargas Llosa decidió en Madrid ser escritor
El día a día de Vargas Llosa sigue cadenciosamente por las calles del centro de Madrid: cafeterías con veladores de mármol, librerías exquisitas, restaurantes españoles y peruanos. «Creo que he pasado a ser un madrileño más, algo que en Madrid es posible. Uno de los grandes encantos de Madrid es que es la ciudad de todos«, explica.
Y entre los distintos escenarios que recorre, uno tiene especial significado para el último premio Nobel de literatura: en la esquina de la calle Doctor Castelo con Menéndez Pelayo, al lado de la pensión donde vivió en 1958 –cuando vino a estudiar a la Universidad Complutense–, estaba el bar Jute. Sobre sus mesas escribió la primera versión de su primera novela: La ciudad y los Perros, que le convirtió en uno de los autores más conocidos del boom latinoamericano en todo el mundo.
Según recordaba en un artículo del diario El País, dos días después de saber que la Academia Sueca le concediera el premio, fue en algún momento de agosto de 1958, en Madrid, cuando decidió que no sería abogado, sino escritor.