¿Qué comen los Niños?Más de 500 productos infantiles bajo la lupa
Texto: Sonia González Solares – Creative Commons
Fotografía: Google Images
Lo que comemos los 1000 primeros días de tu vida nos marca para el resto de nuestra existencia. Los estudios científicos no dejan lugar a dudas: desde que el ser humano es concebido hasta los dos años de edad, la dieta, primero de las madres y luego del recién nacido, es una pieza esencial para el desarrollo posterior de patologías no transmisibles, como la obesidad o las alergias.
Eso significa que esta etapa ofrece una gran oportunidad para intervenir modificando los hábitos del recién nacido y mejorar su estado de salud en la edad adulta. Con este fin, la Universidad de Oviedo trabaja desde hace varios años en un proyecto multidisciplinar en el que participan investigadores de varios países y que es coordinado desde el Instituto de Productos Lácteos de Asturias.
Nuestro principal objetivo es identificar la alimentación del niño desde el momento del parto hasta los dos años de edad en diferentes momentos de tiempo y analizar cómo influye esa alimentación en el desarrollo de la microbiota intestinal. En la última década existen numerosos estudios de investigación que sugieren que los niños nacidos de forma vaginal, a término, que no han recibido antibióticos y alimentados por vía materna tienen una microbiota que se podría definir como “más saludable”.
¿Cuál es la mejor alimentación para el recién nacido?
La Organización Mundial de la Salud recomienda sin dudarlo la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida. La leche materna es capaz de cubrir todos los requerimientos nutricionales del lactante, además de aportarle otros componentes como enzimas, oligosacáridos o inmunoglobulinas, que ejercen un papel esencial en el desarrollo de su sistema inmune.
Sin embargo, los datos presentados en diferentes artículos, así como por asociaciones de pediatría, nos muestran una reducción importante en los porcentajes de mujeres con lactancia materna a lo largo de los primeros meses de vida, sobre todo por el retorno de la mujer al mundo laboral.
Como consecuencia nos encontramos con un gran número de niños alimentados con lactancia mixta o fórmulas de inicio junto a algunos alimentos que señalan en su etiquetado que pueden ser consumidos a partir de los 4 meses de edad.
Demasiada oferta confunde
Ante un mercado abarrotado de productos, lo más normal es que los padres no sepan hacia cuál decantarse. ¿Cuál es el mejor? La gran cantidad de información que nos llega a través de las redes tampoco ayuda demasiado a despejar las dudas.
Este ha sido uno de los motivos que nos ha llevado a poner a disposición del público general la comparativa que hemos llevado a cabo entre las diferentes fórmulas infantiles que hay en el mercado. En esta comparativa se presenta toda la información que estos productos tienen en el etiquetado nutricional (energía, hidratos de carbono, lípidos, proteínas, vitaminas, minerales, etc.) organizados por edad y comparados con la leche materna. De esta manera los padres podrán contrastar rápidamente la mayor parte de los productos disponibles en el mercado y comprar el que les parezca más adecuado.
¿Y cuál es la conclusión? ¿Cubren las fórmulas infantiles las necesidades del recién nacido? Sí, sin duda. Todos los productos que hemos analizado se ajustan estrechamente a las recomendaciones para estos productos recogidas en el Codex Alimentarius. En comparación con la leche materna humana, las fórmulas comerciales que hemos analizado presentaron proporciones similares de proteínas y grasas.
En este sentido, dado los amplios efectos biológicos relacionados con la calidad de la grasa de la leche, sería deseable contar en el futuro con información detallada sobre el contenido de algunos ácidos grasos como el DHA.
¿Y a partir de los 6 meses?
Cumplidos los 6 meses, lo recomendable es introducir la alimentación complementaria. Y ahí empiezan las dificultades. Sobre todo porque en las últimas décadas ha habido una transición en la alimentación en general y se ha ido sustituyendo la alimentación fresca por la alimentación procesada “lista para comer”.
Esta tendencia a consumo de procesados y ultraprocesados ha llegado a las primeras etapas de nuestra de vida. Y los supermercados se han llenado de alimentos procesados destinados al público infantil. En estas tablas se analiza la información nutricional de cereales infantiles así como de los purés procesados de frutas, verduras y legumbres entre otros.
De los resultados del análisis nos ha llamado especialmente la atención comprobar que, siguiendo la dosificación recomendada por el comerciante, una ración de cereales cubre el 50% de las cantidades diarias recomendadas de proteínas y carbohidratos del niño. Lo que nos hace plantear si buena parte de la obesidad temprana no podría deberse a la administración libre de este complemento, la papilla de cereales, sola o en la leche, sin atender a la dosificación del producto.
En cuanto a los purés infantiles, el puré de fruta comercial analizado presentó un mayor contenido de carbohidratos que los de verdura, carne y pescado. Un dato nada sorprendente si se considera el contenido de almidón natural de estos productos y el azúcar natural de las frutas. Los alimentos comerciales, que incluían fruta y cereales, presentan mayores cantidades de proteínas y energía que los que incluyen la fruta.
Aunque en general el etiquetado es bastante detallado, de cara al futuro convendría que se aportase más información sobre otros componentes, como vitaminas y minerales, para tenerlos en cuenta a la hora de planificar la dieta del niño.
Articulista
Sonia González Solares, Profesor Titular de Universidad de Oviedo, España.
Fuente: https://theconversation.com/